Editorial: Los escándalos arbitrales manchan la credibilidad de la liga LIFGE

La FEGUIFUT debe actuar ya. El fútbol necesita justicia, y los árbitros deben ser garantes de ella, no su antítesis. Porque nadie va al estadio a ver al árbitro, sino a disfrutar del juego.

Los escándalos arbitrales han vuelto a empañar el desarrollo de la liga LIFGE, sumando un nuevo capítulo a una preocupante lista de irregularidades que arrastra la competición. El Comité Arbitral de la Federación Ecuatoguineana de Fútbol (FEGUIFUT), encabezado por Eusebio Engono Nguema y coordinado por Agustín Edjang Ndong, sigue bajo el foco de la crítica, mientras las soluciones brillan por su ausencia. La pasividad institucional ante las constantes denuncias ha convertido los arbitrajes en el epicentro del descrédito del campeonato nacional.

Jornada tras jornada, los equipos de la liga expresan su malestar por decisiones polémicas. Acusaciones de favoritismos, errores reiterados y presuntos sobornos empañan la imagen de los colegiados. Un directivo lo resume con una frase lapidaria: “Ya sabemos qué tal árbitro es de tal equipo”. La sospecha está sembrada y se alimenta a sí misma ante la falta de transparencia.

Uno de los episodios más recientes y graves tuvo lugar en el duelo decisivo entre Estrella Roja y 15 de Agosto, en la liga femenina, donde un penalti señalado en el minuto 72 considerado inexistente por los testigos presenciales provocó el abandono del partido por parte de Estrella Roja. Una escena insólita en una final. Algo similar ocurrió en el enfrentamiento masculino entre Deportivo Mongomo y 15 de Agosto, en el que el árbitro volvió a ser protagonista negativo por decisiones incomprensibles. Esta tendencia se ha repetido durante toda la temporada.

Existen al menos dos hipótesis para entender este fenómeno. La primera: la precariedad económica del colectivo arbitral. Reiteradamente, los árbitros han denunciado el impago de sus honorarios por parte de la FEGUIFUT. En estas condiciones, el riesgo de aceptar incentivos indebidos aumenta y, con ello, se adultera la competición.

La segunda: la falta de formación y profesionalismo. Errar es humano, pero cuando el error se convierte en norma, ya no hablamos de fallos, sino de negligencia institucional. Proteger la integridad del fútbol nacional pasa por garantizar arbitrajes imparciales y competentes. De lo contrario, se erosiona la confianza del público, los clubes y los propios jugadores.

Aunque la LIFGE sea una liga amateur, eso no justifica el caos. Las malas actuaciones arbitrales no solo perjudican a los equipos en competencia, sino que frenan la proyección internacional del arbitraje nacional. La reciente exclusión de árbitros ecuatoguineanos de la lista de designaciones para el próximo Campeonato Africano de Naciones (CHAN) de la CAF es una señal de alerta.

La FEGUIFUT debe actuar ya. El fútbol necesita justicia, y los árbitros deben ser garantes de ella, no su antítesis. Porque nadie va al estadio a ver al árbitro, sino a disfrutar del juego.

Justo Enzema-Nzá

Licenciado en Ciencia de Información y Periodismo por la UNGE. Está muy ligado al periodismo de investigación. lleva trabajando en los medios de comunicación nacionales desde 2014.

Editorial: Los escándalos arbitrales manchan la credibilidad de la liga LIFGE

Jenny Wilson

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