Mientras Trump siga en la Casa Blanca, ciudadanos de Guinea Ecuatorial no volverán entrar en EE.UU

La decisión ha sido tomada por la Administración Tramup de incluir a Guinea Ecuatorial en su nueva lista negra migratoria.
El Gobierno de Estados Unidos ha incluido a Guinea Ecuatorial entre los 12 países cuyos ciudadanos tendrán prohibida la entrada al país a partir del 9 de junio. La decisión, firmada por el presidente Donald Trump, responde a preocupaciones de seguridad nacional relacionadas con la falta de cooperación en el intercambio de información y control migratorio.
La medida forma parte de una nueva política de restricción migratoria que también afecta a otros países africanos, asiáticos y del Medio Oriente. Aunque no se trata de sanciones económicas, el veto migratorio implica consecuencias diplomáticas y sociales significativas.
Guinea Ecuatorial ha sido señalada por Washington por no cumplir estándares básicos en la verificación de identidad y seguridad fronteriza. Además, el país figura en los informes anuales del Departamento de Estado como uno de los que no hacen esfuerzos significativos en la lucha contra la trata de personas.
Desde Malabo, aún no se ha emitido una respuesta oficial. Sin embargo, fuentes diplomáticas califican la medida como "injustificada y discriminatoria", y anticipan gestiones diplomáticas para intentar revertirla.
La orden presidencial excluye a ciudadanos con residencia permanente legal en EE. UU., titulares de visas válidas, y a personas cuya entrada sea considerada de interés nacional. Aun así, la comunidad ecuatoguineana en el exterior teme afectaciones en reagrupaciones familiares, estudios y proyectos laborales.
La medida ha sido duramente criticada por organizaciones de derechos humanos, que denuncian su carácter arbitrario y discriminatorio. También se advierte sobre el impacto negativo en las relaciones bilaterales, especialmente en un país como Guinea Ecuatorial donde existen inversiones estadounidenses en el sector energético.
Este es el veto migratorio más amplio de la administración Trump desde 2017. Expertos lo interpretan como un gesto hacia su base electoral más conservadora, en pleno año electoral.
Con esta nueva política, Washington no solo redefine su estrategia migratoria, sino que también envía un mensaje contundente sobre su visión de la cooperación internacional en materia de seguridad.